En el Siglo XIX empezó a nacer otro de los pintores más importantes del Impresionismo, Oscar-Claude Monet, francés y creador de esta corriente artística-
Impresión
Una de sus principales obras es la del sol naciente, reproducida en 1972, la cual retrata el puerto de Le Havre, ciudad en la que Monet pasó parte de la vida. Formó parte del Salon des Refusés de 1874.
Asimismo, la mayoría de sus obras, hasta la mitad de la década de 1860, y logran transmitir un estilo realista. Monet logró exponer algunas en el Salón de París. A partir del final de 1860 comenzó a pintar obras impresionistas.
Esta desviación del gusto de la época, que era marcado por las academias de arte, empeoró su situación económica a la vez que afianzó su decisión de continuar en ese azaroso camino.
En la década de 1870 formó parte de las exposiciones impresionistas en las cuales también participaron Pierre-Auguste Renoir y Edgar Degas.
Su carrera fue impulsada por el marchante Paul Durand-Ruel, pero a pesar de esto su situación financiera permaneció siendo difícil hasta mediados de la década de 1890. En esta época, Monet desarrolló el concepto de las «series», en las que un motivo es pintado repetidas veces con distinta iluminación.
Al mismo tiempo comenzó a trabajar en el famoso jardín de su casa en Giverny con estanques de nenúfares que luego utilizó como motivo para sus pinturas.
Ningún pintor del grupo fue tan puramente impresionista como Monet. En su obra el factor dominante es un claro esfuerzo por incorporar el nuevo modo de visión, sobre todo el carácter de la luz, mientras que la composición de grandes masas y superficies sirve únicamente para establecer cierta coherencia.
Por su parte, Renoir fue el pintor que nos convence de que la estética del impresionismo fue, sobre todo, hedonista. El placer parece la cualidad más evidente de su obra, el placer inmediato y ardiente que produce en él la pintura.